El auge del vídeo ha transformado nuestra manera de aprender y comunicarnos, impulsado por plataformas como TikTok e Instagram, aunque aún enfrenta desafíos de búsqueda y desinformación. Artículo publicado en technologyreview.es y recomendado por Digital Skills Institute el 12 de diciembre de 2024.
El texto describe el auge del vídeo en la cultura contemporánea, destacando su creciente influencia en nuestra forma de aprender, comunicarnos y compartir conocimiento. En el pasado, la comunicación a distancia dependía en gran medida de los textos y las imágenes estáticas. Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha transformado la manera en que interactuamos, permitiendo a casi cualquier persona producir y distribuir contenido audiovisual. Hoy en día, plataformas como TikTok e Instagram han democratizado el acceso a la creación de vídeos, lo que ha provocado un cambio en la preferencia por los medios audiovisuales frente al texto escrito.
El vídeo no solo se ha convertido en un medio principal de comunicación para los jóvenes, sino que ha transformado nuestras percepciones culturales y cognitivas. La capacidad del vídeo para transmitir conocimiento complejo de manera visual y directa ha llevado a muchos a preferir tutoriales en vídeo sobre descripciones escritas, como ocurre en el caso de los ciclistas de larga distancia que buscan arreglar sus bicicletas. A través de esta modalidad, se puede compartir un conocimiento que a menudo es difícil de expresar mediante palabras, como las instrucciones detalladas de un deporte o los procedimientos culinarios.
Además, el vídeo está desarrollando su propio lenguaje visual, utilizando estilos y técnicas que van desde los más modernos hasta aquellos inspirados por el cine clásico. La brevedad se ha convertido en una virtud en el mundo del vídeo: clips de apenas unos segundos pueden tener un impacto poderoso por su facilidad para ser consumidos rápidamente. Sin embargo, la tecnología que soporta el vídeo aún está en una fase "adolescente". Existen limitaciones en cuanto a búsqueda, edición y organización del contenido, lo cual restringe parcialmente el potencial de esta forma de comunicación. A pesar de esto, las innovaciones, especialmente aquellas impulsadas por la inteligencia artificial, prometen mejorar la capacidad de manipulación y edición del vídeo, ofreciendo soluciones como la edición basada en transcripciones textuales.
Por otro lado, el aumento en la creación y consumo de contenido audiovisual plantea nuevos desafíos, especialmente en términos de desinformación. Así como la imprenta en su día necesitó un período prolongado para ser completamente comprendida y controlada en cuanto a su impacto cultural, el vídeo está en ese camino de evolución. La capacidad de un vídeo para influir rápidamente en las emociones y percepciones de las personas lo convierte en un vehículo efectivo para la desinformación, algo que la sociedad deberá aprender a contrarrestar a medida que avanzamos.
El texto también nos habla de los híbridos culturales emergentes, donde el texto y el vídeo se entrelazan en formas nuevas y creativas. Los subtítulos e infografías dentro de los vídeos contribuyen a enriquecer el medio, permitiendo una comunicación más completa. Se sugiere que, aunque las nuevas formas de comunicación no suelen eliminar a las antiguas, sí las transforman y combinan, potenciando un entorno mediático cada vez más rico y complejo.
Finalmente, se abordan las implicaciones emocionantes y potencialmente disruptivas del uso futuro de la inteligencia artificial en la creación de contenido audiovisual. Herramientas automatizadas que faciliten la edición y creación de vídeos podrían significar una explosión en la producción audiovisual, abriendo puertas a nuevas posibilidades culturales y sociales, a la vez que se presentan riesgos que requerirán de una preparación adecuada para ser gestionados correctamente. El vídeo, en su constante evolución, continuará afectando la comunicación y la cultura humana de maneras que apenas comenzamos a imaginar.