En 1980, Apple decidió reemplazar máquinas de escribir con sus ordenadores Apple II, simbolizando su compromiso con la innovación y calidad, utilizando "dogfooding" para mejorar productos y empatizar con usuarios. Artículo publicado en estrategiadeproducto.com y recomendado por Digital Skills Institute el 23 de abril de 2025.
En febrero de 1980, el entonces CEO de Apple, Mike Scott, emitió una directiva significativa que cambiaría el curso interno de la compañía. A partir del 1 de enero de 1981, Apple dejaría de adquirir máquinas de escribir, reemplazándolas por sus propios ordenadores Apple II equipados con el procesador de texto Apple Writer. Esta decisión no solo representaba un cambio logístico, sino también una declaración de intenciones sobre cómo Apple aspiraba a innovar y posicionarse en el mercado tecnológico.
Detrás de este cambio radical se encontraba la filosofía "dogfooding", un término popularizado en la década de 1970, inicialmente derivado de anuncios de comida para perros. En este contexto, "dogfooding" se refiere a la práctica empresarial de utilizar los propios productos de una empresa para ponerlos a prueba en situaciones reales cotidianas. En el ámbito de la tecnología y el desarrollo de productos, se argumenta que esta práctica permite a las empresas experimentar sus productos de la misma manera que lo harían sus consumidores, lo que a su vez facilita la identificación de posibles problemas y oportunidades de mejora.
Este enfoque fue fervientemente defendido por Steve Jobs, quien veía en esta táctica una forma de asegurar la calidad del producto y la empatía con el usuario final. Utilizar sus propios productos les permitía a las personas involucradas en su desarrollo ganar una comprensión más profunda de las necesidades de los usuarios, ver los productos desde diferentes perspectivas y resolver problemas desde la raíz. La práctica de "dogfooding" ha sido desde entonces adoptada por diversas empresas líderes a nivel mundial, incluidas Microsoft, Amazon, Facebook y AirBnB, entre otras.
Uno de los principales beneficios del "dogfooding" es que genera empatía hacia el cliente. Al utilizar su propio producto, las empresas pueden experimentar las frustraciones que sus clientes podrían enfrentar, lo cual les ayuda a empatizar mejor y a ajustar sus productos en consecuencia. Esto no solo mejora la experiencia del usuario, sino que también alinea más estrechamente el desarrollo del producto con las expectativas y necesidades del cliente.
Además, la usabilidad del producto puede mejorarse significativamente gracias a esta práctica. Muchas veces, los problemas de los productos pasan desapercibidos hasta que alguien dentro de la empresa los utiliza y detecta los errores que interfieren con una experiencia de usuario fluida. Al abordarlos internamente, las empresas pueden garantizar que sus productos están listos para su lanzamiento público sin sorpresas desagradables. En definitiva, "dogfooding" actúa como una herramienta de control de calidad crucial.
Asimismo, esta práctica puede inspirar nuevas ideas. Al interactuar diariamente con el producto, el equipo puede identificar no solo problemas, sino también áreas de mejora y características adicionales que podrían aumentar el valor del producto en el mercado. Este tipo de insights son invaluables para el proceso iterativo de desarrollo y son difíciles de obtener sin una experiencia de usuario directa e íntima con el producto.
Por último, una ventaja estratégica de "dogfooding" es el fomento de la credibilidad y el conocimiento del producto dentro de la organización. Cuando los empleados viven y respiran el producto, se convierten en defensores apasionados del mismo, algo fundamental cuando se trata de marketing interno y externo. Un producto que es utilizado y valorado internamente tiene más probabilidades de ser bien recibido en el mercado.